«YO SOY EL SEÑOR TU DIOS»

«Estad quietos, y conoced que Yo Soy Dios» (Salmo 46:10)


Que otros sirvan a Dios, ustedes deben unirse a él. Que otros crean, conozcan, amen y veneren a Dios; ustedes deben saborearle, aprehenderle, compenetrarse con él, gozarle. Cosa grande y sublime es ésta, sin duda; pero poderoso y bueno es el que está con ustedes como bondadoso prometedor, fiel remunerador y protector infatigable. Él mismo concede la firmeza y el deseo conjuntamente a quienes por su amor emprender grandes cosas, y con fe y confianza en su gracia, asumen tareas que superan sus fuerzas.



Guillermo de Saint – Thierry
Viernes 18 de Octubre del 2019

¡MUCHOS ROSARIOS!

Cuando la Santísima Virgen María apareció en Fátima en 1917, dijo que el pequeño Francisco, que entonces tenía nueve años, iría al cielo, pero que primero tendría que rezar muchos rosarios. Después de eso, a menudo se veía al niño rezando el Rosario intensamente. Lo que me intriga es la insistencia de Nuestra Señora en - casi dudo en decirlo - ¡cantidad! ¡Muchos rosarios!

Hay algo que decir para perseverar en rezar década tras década, y Rosario tras Rosario. Cuando uno no puede rezar bien, al menos debe rezar mucho. "Y él les contó una parábola, en el sentido de que siempre debían rezar y no desanimarse" (Lc 18, 1). Quien reza  Rosario tras rosario está, en efecto, ofreciendo a Dios la materia prima de la oración, confiando en que Él, en su propio tiempo, le prenderá fuego con el fuego del Espíritu Santo.

Quién reza “muchos rosarios” le presenta a Dios una señal conmovedora del deseo ardiente de hacerse digno de la gracia inestimable de la oración incesante. A veces, lo mejor que se puede hacer es rezar mucho, pidiéndole a la Madre de Dios, todopoderosa en su súplica, que obtenga que el Espíritu Santo puede transformar la pura materialidad de las oraciones en "adoración en espíritu y en verdad "(Jn 4:24) que el Padre busca.

El rosario de los santos 

El beato Juan XXIII rezó todos los quince misterios del rosario todos los días. También lo hizo el Siervo de Dios, el Padre Marie – Joseph Lagrange, OP, distinguido exegeta y fundador de la École Biblique de Jerusalén. San Pío de Pietrelcina rezó el Rosario sin cesar, al igual que San Gaetano Catanoso, el humilde Apóstol de la Santa Faz. Toda la vida de San Juan Pablo II estuvo imbuida del Santo Rosario.

Los santos derriban nuestras coartadas: “No tengo tiempo; Estoy demasiado ocupado”. ¿Entonces estás más ocupado que Juan XXIII, Padre Pío o Juan Pablo II? Hay una sabiduría comprobada al comenzar el primer Rosario del día antes de levantarse por la mañana. Ese primer rosario despierta el tono para el resto del día. El Rosario, rezado en momentos libres durante todo el día y nuevamente al final del día, se convierte, casi imperceptiblemente, en una forma de oración incesante.

Quién "reza muchos rosarios", como lo hizo el beato Francisco de Fátima, vendrá rápidamente a vivir en María y con María. María se convertirá para esa alma, como dice Gerard Manley Hopkins, "como el aire que respiramos". Y dónde está María, el Espíritu Santo desciende poderosamente para sanar, liberar del pecado, glorificar a Cristo y escondernos con Cristo y con su madre en el seno del padre.

Las palabras de Nuestra Señora, de que Francisco tendría que decir "muchos rosarios" antes de ir al cielo, han dado lugar a todo tipo de interpretaciones, algunas de las cuales ensombrecen al pequeño niño de nueve años. El especialista y autor de Fátima, Leo Madigan, ofrece la explicación más clara y sensata. Él escribe que "Francisco iría al cielo, pero había tiempo para muchos rosarios antes de que eso sucediera". Las palabras de Nuestra Señora no contenían una amenaza velada, ni una advertencia ominosa. Ella le habló a Francisco como madre. Mientras esperaba para ir al cielo, tuvo tiempo de rezar muchos rosarios. Para Francisco, ese conocimiento fue un regalo y una alegría. Francisco murió, después de rezar sus "muchos rosarios", el 4 de abril de 1919.



Nuestra Señora del Rosario.
Lunes 07 de Octubre del 2019