JESÚS YACE EN EL PESEBRE, LLEVANDO LAS RIENDAS DEL MUNDO

«Es la misma humildad la que da en rostro a los paganos. Por eso nos insultan y dicen: ¿Qué Dios es ése que adoráis vosotros, un Dios que ha nacido? ¿Qué Dios adoráis vosotros, un Dios que ha sido crucificado? La humildad de Cristo desagrada a los soberbios; pero si a ti, cristiano, te agrada, imítala; si le imitas, no te sentirás cansado, porque Él dijo: Venid a mí todos los que estáis cargados»





Navidad del 25 de Diciembre año 2019
*(San Agustin)

JESÚS ES MI ALIMENTO Y YO SOY EL SUYO.

¿Tu corazón se siente endurecido e incapaz de rezar? No te angusties. Déjate descansar en Él aunque tu alma esté inquieta. Porque en tus profundidades tiene lugar la operación más dulce y divina. Dios se nutre de tu espíritu y tu espíritu se sustenta en el Espíritu de Dios. Esta morada y abrazo mutuos del amor no depende de tus sentimientos.

La oración nunca es más perfecta que cuando asciende desde la profundidad y esencia del alma; oramos, entonces, en el espíritu de Dios. Este es un lenguaje sublime, pero cuando Dios quiere, incluso las piedras hablan. Deja que el Soberano Dios reine en tu espíritu; allí debería haber un descanso recíproco: Dios en ti y tú en Dios. ¡Oh dulce, oh divina operación! Dios se alimenta a sí mismo, déjame decirte por falta de una palabra mejor: Dios se alimenta de ti mismo con tu espíritu, y tu espíritu se sostiene a sí mismo con el Espíritu de Dios: Jesús es mi alimento, y yo soy el suyo. No hay ilusión posible en esta operación, porque es un trabajo de fe y amor.




San pablo de la cruz
Viernes 13 de Diciembre del 2019

VIRGEN INMACULADA, MADRE NUESTRA

Santa María, Madre de Dios, te abro la puerta de mi corazón y te doy la bienvenida a cada parte de mi vida. Entra, brilla con tu brillo inmaculado en cada rincón oscuro; deja que la fragancia de tu pureza disipe los vapores fétidos de mis pecados; cambialos por charcos de dulzura, los charcos de amargura que durante tanto tiempo han envenenado los lugares profundos de mi corazón. 

Demasiado tiempo he tratado de vivir sin tu belleza virginal para llenar mis ojos, sin tu solicitud maternal, para limpiar mis lágrimas, y sin tu buen consejo para guiarme en el camino de la paz. Permanece conmigo, Oh Inmaculada Concepción, Oh Reina asunta al cielo -Oh Alegría de todos– Oh Dolor quiero tener para que pueda comenzar por fin a no preferir nada en absoluto al amor de Cristo. A gastarme en adoración de Su Sacratísimo Cuerpo, y para encontrar en toda esa obediencia, me pide la voluntad de Aquel que en su inescrutable sabiduría y misericordia inagotable me ha llamado a esta vida, en este lugar que te pertenece, con tus hijos; hermanos que has elegido para mí. Y para todos nosotros, muéstrate siempre como una Madre, y a la hora de nuestra muerte sé para nosotros el consuelo final de la vida y la puerta abierta del cielo. Amén.




La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.
Domingo 8 de Diciembre del 2019
(Escrita por un monje)