MARIA, MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA

Ella solo puede adorar en silencio

María ha concebido al Hijo de Dios; Dios está en su vientre en medio del mundo; El útero de María, rigurosamente hablando, es el centro del universo creado, y ella solo puede adorar en silencio los hechos y la presencia de Dios dentro de ella. Ser la Madre de Dios es una realidad que llena toda la gama de potencialidades humanas, tanto; que su quietud y silencio perfectos son densos por ser de una manera que ningún acto o palabras serian. Su adoración y acción de gracias no permiten tiempo para palabras o acciones externas. Su atención y toda su energía se consumen hacia la quietud y la humildad de este Dios disminuido que habita en ella. 

María, agobiada con su carga, habiendo concebido por el Espíritu Santo, se retiró lejos de la vista de los hombres, en las profundidades del oratorio subterráneo, como la paloma en el cántico que vuela hacia la hendidura en la roca. Ella no se mueve, no dice una palabra, solo adora.

Ella esta entre el mundo, porque su Dios ya no está afuera. ¡Él es su ocupación, su hijo, su amor y el fruto de su vientre!

La Theotokos, la Portadora de la Vida, ella es todo esplendor silencioso, el Arca viva del Nuevo Pacto que contiene el maná eucarístico de Dios en la carne.




María Madre de Dios
(Erasmo Merikakis) 01 de Enero del 2020

1 comentario:

Peregrino dijo...

Por ser cooperadora necesaria en la obra de Salvación; por su SÍ incondicional a Dios Padre para que en Su santo seno tome cuerpo Cristo, nuestra Madre del Cielo es corredentora de la humanidad. ¡Saludos fraternos y feliz y santo 2020!