«Es la misma humildad la que da en rostro a los paganos. Por eso nos insultan y dicen: ¿Qué Dios es ése que adoráis vosotros, un Dios que ha nacido? ¿Qué Dios adoráis vosotros, un Dios que ha sido crucificado? La humildad de Cristo desagrada a los soberbios; pero si a ti, cristiano, te agrada, imítala; si le imitas, no te sentirás cansado, porque Él dijo: Venid a mí todos los que estáis cargados» (Enarrat. in Ps. 93,15: PL 37,1204).
¿Queréis ver la cosa más linda de las lindas?
«Es la misma humildad la que da en rostro a los paganos. Por eso nos insultan y dicen: ¿Qué Dios es ése que adoráis vosotros, un Dios que ha nacido? ¿Qué Dios adoráis vosotros, un Dios que ha sido crucificado? La humildad de Cristo desagrada a los soberbios; pero si a ti, cristiano, te agrada, imítala; si le imitas, no te sentirás cansado, porque Él dijo: Venid a mí todos los que estáis cargados» (Enarrat. in Ps. 93,15: PL 37,1204).
Diciembre 25 del 2021
¡Preparen el camino del Señor!
¡Viva Cristo Rey!
Pero la realeza de Cristo también es reconocida por otros reyes y por otras culturas, distintas al pueblo judío, sino, pensemos en la interrogante de aquellos magos del oriente que llegaron a Jerusalén: “…«¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.»” (Mt. 2, 2).
Pero el reinado de Cristo es “de otro modo”; dice el Papa Francisco en su reflexión del Angelus para la fiesta de Cristo Rey 2015 que “Los reinos de este mundo a veces se basan en la prepotencia, en la rivalidad, opresión; el reino de Cristo, es un “reino de justicia, de amor y de paz”. Esta es la gran lección para el cristiano que reconoce a Cristo como su Rey y Señor y que se compromete a la construcción de su Reino aquí en la tierra.
El Reino de Cristo es conquistado con la espada del servicio, gobernado bajo la ley del amor y establecido por la fuerza del Espíritu Santo. Jesucristo no es un rey entronizado y coronado en el oro, a diferencia de los criterios de este mundo, el trono de Cristo es una cruz, su corona es de espinas y su cetro la lanza que traspaso su costado; la mayor conquista del reinado de Cristo es su muerte en la cruz, que instauro su reinado de amor hasta los confines de la tierra, de esto, todos nosotros somos testigos.
Nos dice el Papa Francisco: “Jesús se ha revelado como rey en la Cruz. Quien mira la Cruz de Cristo no puede dejar de ver la sorprendente gratuidad del amor. Hablar de potencia y de fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la potencia del Cruz y en la fuerza del amor de Jesús: un amor que permanece firme e íntegro, también frente al rechazo, y que parece como el cumplimiento de una vida gastada en el total ofrecimiento de sí mismo a favor de la humanidad…” Esto lo entendieron muy bien muchos mártires y santos de la Iglesia a lo largo de la historia.
¡Viva Cristo Rey! Es el reconocimiento del Reinado de Cristo vivo y entre nosotros; también fue el grito de batalla de tantos mártires mexicanos que se negaron a renegar de su fe, como el Beato Miguel Agustín Pro, que antes que negar su fe para salvar su vida, oro por sus verdugos, los bendijo, extendió sus brazos en cruz y exclamó fuertemente: “¡Viva Cristo Rey!”, seguido de los disparos que acabaron con su vida; y que decir del también Beato José Luis Sánchez del Río, que aunque le insistía que dijera “Muera Cristo Rey” a cambio de perdonar su vida, el seguía proclamando con fuerza camino a su calvario “¡Viva Cristo Rey!”, tanto que estas también fueron sus últimas palabras.
¿Y nosotros que? ¿Tendremos que esperar circunstancias tan difíciles para reconocer a Cristo como nuestro Rey? La mejor prueba de fe que podemos darle a Jesús hoy es precisamente reconocerle como “Rey de Reyes y Señor de Señores”, mi Rey, mi Señor, mi Dios y mi todo. No solo proclamarlo con la boca, sino testimoniarlo con la vida misma, invitando a Jesús a gobernar cada área de nuestra vida.
Como dice una alabanza tan hermosa del cantautor católico Joan Sánchez: “Si tú eres el Rey, el Rey de mi vida, el número uno en mi corazón, a ti yo te rindo todo lo que soy…”. Sí, si Jesús es Rey para mí, lo tiene que ser de toda mi vida: Señor y Rey de mi familia, Señor y Rey de mis relaciones de amistad, Señor y Rey de mi noviazgo, Señor y Rey de mi matrimonio… Él debe ser el único Señor y Rey de mis bienes, dinero, trabajo, tiempo; Señor y Rey de todo, el número uno de mi corazón, porque está al centro, ocupando el lugar principal que se merece y no el que quiero darle a conveniencia.
Si este día te sientes impulsado a proclamar a los cuatro vientos “¡VIVA CRISTO REY!”, hazlo, pero con el compromiso de vivir lo que proclamas y de darle a Cristo el lugar que se merece en su vida; solo así los cristianos podremos continuar extendiendo ese reinado de amor por todo el mundo, hasta los confines de la tierra, haciendo discípulos en todas las naciones y proclamando al mundo su amor y misericordia.
Fuente:Ernesto Martínez.
"Como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, así también en Cristo abunda nuestro consuelo"
Cuando sufrimos, cuando tenemos dolor, tristeza, cansancio, adversidad o dificultades, y venimos a Jesús, no somos liberados de nuestra cruz, porque “el discípulo no está por encima de su maestro”, sino que somos consolados. Cristo mismo nos ha dicho que quiere que carguemos con nuestra cruz; es la condición indispensable para convertirse en su verdadero discípulo, pero también promete que refrescará a quienes vengan a encontrar en él un bálsamo para sus sufrimientos.
Y Él mismo nos invita: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os refrescaré”. Sus palabras son infalibles. Si acudes a Él con confianza, ten la seguridad de que se volverá tiernamente hacia ti. ¿No fue él mismo aplastado por el sufrimiento hasta el punto de gritar: “Padre, pase de mí este cáliz de amargura”? San Pablo nos dice expresamente que una de las razones por las que Cristo deseaba soportar el dolor era para poder socorrer a los que acudieran a él. Él es el Buen Samaritano que se inclina sobre la humanidad que sufre y nos trae, con la salvación, el consuelo del Espíritu de Amor. De Él nace todo verdadero consuelo para nuestras almas. San Pablo nos repite: "Como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, así también en Cristo abunda nuestro consuelo". Ves cómo identifica sus tribulaciones con las de Jesús, ya que es miembro del cuerpo místico de Cristo, y cómo también de Cristo recibe consuelo.
Beato Columba Marmion
Sábado 29 de Octubre del 2021
¡OH AMADA CRUZ!
¡OH LLAMA DE AMOR, OH SANTO Y DIVINO ESPÍRITU!
¡AVE, AVE MARÍA MADRE MÍA!
LA GLORIA SE VE A TRAVÉS DE LAS LLAGAS
LA MORADA DE TU AMOR
EL SANTO DESEO
SEÑOR, ¡QUÉ HONOR NOS HACES AL LLAMARNOS A ADORARTE!
MARIA, MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA
JESÚS YACE EN EL PESEBRE, LLEVANDO LAS RIENDAS DEL MUNDO
JESÚS ES MI ALIMENTO Y YO SOY EL SUYO.
VIRGEN INMACULADA, MADRE NUESTRA
DESNÚDATE PARA VESTIRTE YO
MI CORAZÓN ES TU TABERNÁCULO
«YO SOY EL SEÑOR TU DIOS»
Guillermo de Saint – Thierry
¡MUCHOS ROSARIOS!
CONTEMPLO TU MORADA
"LA LOCURA DE LA CRUZ"
PARA MI LA VIDA ES CRISTO, Y LA MUERTE UNA GANANCIA
¿No has oído aquella palabra del Señor: Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos? Y allí donde un pueblo numeroso esté reunido por los lazos de la caridad ¿no estará presente el Señor? Él me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas que me apoyo. Tengo en mis manos su palabra escrita. Éste es mi báculo, ésta es mi seguridad, éste es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo.
Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña. Si no me hubiese retenido el amor que os tengo, no hubiese esperado a mañana para marcharme. En toda ocasión yo digo: «Señor, hágase tu voluntad: no lo que quiere éste o aquél, sino lo que tú quieres que haga.» Éste es mi alcázar, ésta es mi roca inamovible, éste es mi báculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así se haga. Si quiere que me quede aquí, le doy gracias. En cualquier lugar donde me mande, le doy gracias también.
Además, donde yo esté estaréis también vosotros, donde estéis vosotros estaré también yo: formamos todos un solo cuerpo, y el cuerpo no puede separarse de la cabeza, ni la cabeza del cuerpo. Aunque estemos separados en cuanto al lugar, permanecemos unidos por la caridad, y ni la misma muerte será capaz de desunirnos. Porque, aunque muera mi cuerpo, mi espíritu vivirá y no echará en olvido a su pueblo.
Vosotros sois mis conciudadanos, mis padres, mis hermanos, mis hijos, mis miembros, mi cuerpo y mi luz, una luz más agradable que esta luz material. Porque, para mí, ninguna luz es mejor que la de vuestra caridad. La luz material me es útil en la vida presente, pero vuestra caridad es la que va preparando mi corona para el futuro.
(homilía antes de partir en exilio, 1-3: PG 52, 427-430)
VITA VESTRA EST ABSCONDITA CUM CHRISTO UN DEO
Lunes, 09 de Septiembre del 2019