La adoración es una oración austera porque descansa solo en la fe. Por la fe se eleva la llama pura de la esperanza, y de la llama de la esperanza, enciendo en el alma una gran conflagración de caridad, es decir, una comunicación al alma del fuego que arde en Mi Corazón Eucarístico. El fuego del amor divino no destruye lo que creé: un alma moldeada a Mi imagen y semejanza. Purifica esa alma y quema solo lo que es incompatible con Mi infinita santidad y con la pureza de Mi Esencia. El alma, sin embargo, no es aniquilada. El alma permanece, incluso en medio de las llamas purificadoras del amor divino, plenamente capaz de creer, de esperar y de amarme.
La adoración es un horno de amor. El alma llamada a una vida de adoración debe esperar sufrir la intensidad del horno ardiente y la remodelación de todo lo que se deforma en ella en la forja de Mi voluntad divina. Para que esto suceda, es suficiente que el alma se ofrezca a Mi amor, y permanezca humilde, pacífica y callada mientras yo la purifico y la transformo en Mi presencia. ¡Si solo las almas supieran el poder de purificar y transformar que emana de Mis tabernáculos!
In Sinu Jesu (Diario de un Sacerdote en la oración)
Sábado 18 de Agosto, del 2018
8 comentarios:
Querida hermana.Estas lecturas que publica son un tesoro para nuestra alma.
Tal como dice el texto,no es difícil ponernos en presencia de Dios y adorarle.
Dios lo ha hecho fácil porque es necesario para nuestro bien, pero necesitamos sentirnos pobres y ponernos con humildad en su presencia para que nos enriquezca con sus dones.
Hoy le pido a Jesús el don de la contemplación; lo necesito
Muchas gracias por estas enseñanzas tan profundas,tan hermosas y tan necesarias para nuestro crecimiento espiritual.
Un abrazo
Mi querida amiga, Carmen, gracias siempre a ti por tus comentarios, que son para mí enseñanzas también en varios sentidos.
Gracias también por tus agradables visitas. Tu presencia es también un tesoro para mi y para El Señor, que quiere atraerte a su dulce presencia silenciosa y tierna. Me da gusto poder servirte en algo.
Dios te bendiga, hermana. Un fuerte abrazo amiga.
Gracias, es realmente hermoso su compartir, que simplemente nos dejamos mirar por ÉL, vivir en su presencia en constante adoración, gracias, un fuerte abrazo.
Muchas gracias, querida hermana, (flor)
sus visitas y comentarios me transmiten hermandad
y gozo en Cristo. Gracias siempre por estar.
Dios le bendiga. Un fuerte abrazo
Simplemente hermoso gracias por compartir.
Gracias lor tu paso por el blog.
Besos
Gracias a ti, Anna.
Dios te bendiga. Un abrazo.
Precioso, Jennifer.
Muchas gracias.
Dios te siga bendiciendo
Gracias a ti, hermana Felicitas.
Aunque mi nombre no es Jennifer. Tal vez te equivocaste...
No importa. Un fuerte abrazo. Dios te bendiga.
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